¿Puede la proporción y forma de una casa enfermar o afectar el ánimo de sus moradores? Según la Geometría solar, antigua técnica usada por los constructores de catedrales góticas, sí. Dominique Susani, experto francés en la materia, estuvo recientemente en Chile enseñando y aplicando sus conocimientos: corrigió dimensiones y ángulos en casas y empresas en las que sus habitantes acusaban conflictos.

Hasta hace poco la arquitecta Andrea González (37) sentía que la casa en la que reside con su marido e hija de tres años la estaba enfermando: dormía mal, despertaba agotada y empezó a tener desórdenes tiroideos. Sin embargo, la casa, ubicada en Providencia, era todo lo que ella deseaba y por eso la había elegido: espaciosa, antigua, con mucho encanto, aunque algo lúgubre y oscura. Para remediarlo, había abierto las ventanas hacia el patio, donde hay un jardín florido. Pero la sensación persistió. Y ella comenzó a enfermarse. «Cuando consulté por la tiroides, el endocrinólogo no sabía qué tratamiento darme, porque primero tuve hipotiroidismo y, a los pocos meses, hipertiroidismo, algo extremadamente raro. Aunque durmiera 10 horas, despertaba sin energía. Me costaba levantarme», cuenta.

Su pequeña hija también empezó a enfermarse mucho. «Son problemas respiratorios que tampoco son raros en una ciudad como Santiago pero, a pesar de que la cuidamos harto, el invierno pasado tuvo seis episodios de bronquitis. Por eso se me instaló en la cabeza que la causa podía ser la casa», dice.

A principios de marzo pasado le llegó a Andrea una invitación para hacer un curso introductorio de Geometría solar, una disciplina enfocada en la armonización energética de espacios, que venía a enseñar un experto francés llamado Dominique Susani. «En la primera conferencia –a la que asistieron arquitectos, diseñadores, sicólogos y bioquímicos, entre otros profesionales– escuché asombrada los casos que relataba, porque se parecían mucho al mío. Ahí entendí que efectivamente la construcción, las proporciones y energía de una casa pueden influir en la salud y ánimo de las personas», afirma. Al final del curso, se acercó a Dominique Susani y le pidió que evaluara su casa.

Dominique Susani junto a su socio Francisco Cabanillas diagnostican la presencia de venas de agua subterráneas o fallas de terreno con la ayuda de una monoantena, un instrumento de cobre de alta sensibilidad que gira cuando detecta alguna perturbación energética.

EL RESTAURADOR ENERGÉTICO

Dominique Susani, originario del norte de Francia, es uno de los principales catedráticos europeos en Geometría solar, una milenaria técnica que utilizaban los antiguos maestros constructores de las grandes catedrales de Europa –de los que Dominique es descendiente– que tomaban como referencia los movimientos del Sol y los astros para medir y proporcionar sus construcciones. Estos parámetros, obsoletos y olvidados por la arquitectura, Dominique hoy los rescata para restaurar el equilibrio energético de casas y empresas donde la gente enferma, sufre estrés y malas relaciones laborales.

Lo primero que hace Dominique para diagnosticar un lugar es recorrer todo el terreno, buscando si debajo de la casa existen venas de agua subterráneas o fallas telúricas emanando energías electromagnéticas hacia la superficie. Para neutralizar la influencia de estas fallas y venas de agua, Dominique entierra estacas de bambú en puntos estratégicos, como una especie de acupuntura que equilibra las energías de la tierra.

Además, mediante el uso de métodos matemáticos y de instrumentos como GPS y brújula, localiza los puntos exactos de la puesta y salida del sol en el solsticio de invierno y de verano en esa latitud específica. Esos puntos de referencia son marcados alrededor del terreno con cuatro columnas de mucho peso y de unas proporciones específicas calculadas por Dominique, hechas con una mezcla de materiales naturales como piedras, cal, agua y arena. Las medidas del rectángulo formado por esas columnas, –que pueden estar a la vista o enterradas en pozos– representan la proporción de los ciclos anuales del Sol al interior de ese espacio. «El peso es una forma de manifestar el ritmo del Sol en este espacio y con esto las energías al interior se equilibran y regulan. Por eso los antiguos templos griegos estaban enmarcados con columnas enormes y pesadas», dice Dominique. Estas técnicas, tan antiguas como las primeras culturas, cayeron en desuso en el siglo XIX. «Gaudí fue el último constructor que utilizó la Geometría solar en la planta de la Sagrada Familia.Si entras en ella, la proporción de espacios es estética pero, además, te vas a sentir bien, porque las medidas están armonizadas con el ritmo del Sol y la naturaleza propia del lugar».

Dominique Susani estudió durante 20 años las plantas de catedrales góticas, aprendió con expertos en Geobiología, como el francés Henry Quiquadon, a detectar las fallas subterráneas, o las venas de agua que podrían afectar la energía de un lugar. También recorrió los campos de Cataluña en busca de casas y establos del siglo XV y XVI que aún quedan en pie para medir sus dimensiones. «A partir de ahí empezamos a diseñar gallineros, establos y también dormitorios para humanos con medidas específicas que se repetían en esas construcciones antiguas. Y comprobamos que son proporciones que permiten que la gente descanse de las tensiones del día, viva más sana y duerma bien. Estas medidas dejaron de utilizarse porque se olvidó para qué servían realmente. Algo que los arquitectos de hoy no saben, por ejemplo, es que la forma cuadrada baja la vibración de un lugar, mientras que una forma redonda tiende a subirla. Por eso, hasta el siglo XIX en todas las casas se hacía una puerta rectangular y un arco de medio punto para subir la vibración del lugar «, relata.

Desde entonces se dedica a equilibrar energéticamente decenas de casas particulares y empresas en Europa y Estados Unidos. Ha diseñado establos y gallineros en España y trabajó en conocidos viñedos franceses diseñando, desde los contenedores para el vino hasta la distancia con que se debe plantar las uvas para que crezcan correctamente.

En estos dos meses de visita en Chile Dominique Susani realizó cuatro cursos de Geometría solar y, junto a su colaborador por más de 11 años, el economista español Francisco Cabanillas, actualmente residente en Santiago –con quien planea formar una escuela de Geometría solar en nuestro país–, fueron requeridos por la empresa y escuela de Coaching Ontológico New Field, fundada por Julio Olalla, por el colegio Pucalán Montessori en Colina y por el arquitecto Sebastián Araya, quien lo contrató para que armonizara energéticamente un edificio de 25 pisos del condominio Costa Mansa, en Coquimbo.

Como se trataba de una estructura tan grande enterraron ocho pesadas columnas de cal, tierra y piedras, de dos metros de diámetro por dos de profundidad –cuatro en las esquinas y cuatro intermedias– para marcar el ritmo solar del lugar donde estaba el edificio. El arquitecto Sebastián Araya comenta: «La decisión de armonizar el condominio está en relación con ofrecer un espacio de calma y bienestar a la gente que va a habitarlo. Desde que lo hicimos la relación entre arquitectos y constructores ha sido mucho más fluida y la gente duerme bien. Estamos trabajando en otras tres obras y queremos que las armonicen desde antes de construir». Además, Susani y Cabanillas están en conversaciones para incluir principios de Geometría solar en un proyecto de 85 viviendas sociales en el sur de Chile.

«Cuando hablamos de espacios armonizados con el ritmo del sol, estamos hablando de estructuras que propician el desarrollo de lo vivo», afirma Dominique. «Cuando ves que algo vivo tiene dificultades para sobrevivir, que las plantas se secan, los árboles crecen retorcidos y las personas se enferman, es probable que sea un lugar perturbado energéticamente», dice.

Desde que se cambió a su casa, la arquitecta Andrea González comenzó a dormir mal y presentar problemas de tiroides, igual que su hija de 3 años, que ha tenido bronquitis recurrentes. Dominique Susani evaluó el lugar y descubrió que tenía venas de agua subterráneas y fallas tectónicas debajo del terreno que afectaban la energía de la casa.

UNA VENA DE AGUA BAJO MI ALMOHADA

La arquitecta Andrea González recibió en marzo a Dominique Susani en su casa. Juntos la recorrieron entera y luego miraron los planos de la propiedad para conversar las reformas necesarias. «Dominique me dijo que tenía venas de agua subterráneas y, además, fallas tectónicas debajo del terreno. Eso, sumado a la forma irregular que tenía la casa, pues había tenido varias ampliaciones en sus 90 años, hacía que tuviera una frecuencia energética muy baja», cuenta Andrea. «Justo en mi pieza se cruzaban dos venas de agua que producían una concentración de energía más o menos a la altura del cuello en la zona donde yo dormía. Eso explicaba buena parte del problema de la tiroides y la dificultad de sueño».

Para detectar si en un lugar hay venas de agua o fallas de terreno, Dominique Susani inicialmente utilizaba horquillas de avellano u olivo, como las que usan los zahoríes (personas que buscan dónde hay agua en el desierto o en zonas rurales para cavar un pozo). Actualmente utiliza un instrumento de cobre de alta sensibilidad llamado monoantena, que se mantiene quieto cuando la energía está estable y comienza a girar cuando se encuentra con alguna perturbación. «Pero esa varilla es solo un complemento», dice. «Nuestro cuerpo está hecho de 70% de agua y todos pueden sentir esas energías del subsuelo con el cuerpo si ejercitan su sensibilidad».

En los cursos que Dominique Susani imparte en Chile y otros países se hacen ejercicios de sensibilidad, para aprender a discriminar con el cuerpo las energías de las venas de agua y las fallas de terreno. A esta técnica le llama body dowsing. «Si te acercas al agua, la sensación de esta energía se va a ubicar por lo general en los riñones o la tiroides. Hay gente que siente una presión en la garganta, otros sienten frío en la vejiga o una corriente en el brazo. Mientras que una falla de terreno usualmente se siente en el pecho, como si te hubieras fumado un cigarrillo», afirma.

Las venas son agua que circula por grietas bajo la tierra y poco a poco forman torrentes que tienen una fuerza muy grande y, con la fricción que se produce contra las paredes rocosas y entre las moléculas de agua, emanan microenergías electromagnéticas hacia la superficie. «Al estar sobre una vena de agua se produce una reacción en el organismo que fue estudiada en los 80 por el Instituto de Baubiologie en Alemania», explica Susani. «Las glándulas de la tiroides disparan su producción de hormonas y las suprarrenales secretan un exceso de adrenalina, esa hormona que te da energía y velocidad bajo estrés. O sea, estar durmiendo sobre una vena de agua es equivalente a estar en una situación de estrés durante ocho horas. Simultáneamente, otras glándulas, como el timo, que regula el sistema inmunitario, bajan mucho su producción. Yo he visto que los niños, especialmente, se enferman mucho cuando duermen en cunas ubicadas sobre venas de agua», dice Dominique.

Otro efecto indeseado de las venas de agua es que las glándulas genitales y sexuales también bajan casi totalmente su producción. «A esos casos, los llamo ‘casas de divorcio’. Una pareja que se llevaba bien se cambia a una casa con una vena de agua bajo la cama. Además de dormir pésimo, las relaciones sexuales desaparecen y ambos empiezan a preguntarse qué está mal. A los dos años se divorcian, venden la casa, entra otra pareja y se divorcian también. He visto muchos casos así», cuenta.

Pero en el jardín de Andrea González, Dominique encontró una ventaja. Ahí, donde todas las plantas crecían esplendorosas, había un punto de buena calidad energética que valía la pena potenciar. Ese mismo día él clavó provisoriamente una varilla de bambú en ese punto, utilizando una técnica llamada geopuntura o acupuntura terrestre. «Es como si fuera una aguja de acupuntura aplicada a la tierra y, al presionar ese punto, ha hecho que esa energía se propague por toda la casa. Esa noche dormí de corrido y desperté con el despertador, como no lo hacía hace cuatro años», cuenta Andrea.

En ese mismo punto va a construir una columna de piedra, arena y cal con unas dimensiones específicas que le dio Dominique Susani, de aproximadamente un metro de altura por 35 cm de diámetro, que, con su mayor peso y su proporción, tendrían el efecto de amplificar el efecto de esa energía benéfica.

Dentro de la casa, el experto en Geometría solar sugirió otros cambios que Andrea comenzará a aplicar este mes, como achicar dos centímetros el ancho de su dormitorio poniendo doble vulcanita en una de las paredes. «El objetivo es que si la pieza forma un rectángulo de ciertas proporciones, las energías dentro van a vibrar con el ritmo del Sol que le corresponde a esa latitud y se van a armonizar», explica Andrea. Para lograr esa misma proporción armónica en la pieza de su hija, va a agregar una estantería de 30 cm de profundidad en una de sus paredes. Al comedor y al escritorio, que según Dominique son los mejores lugares de la casa, no hace falta hacerles nada, y al living le va a mandar a hacer una mesa que tenga esas mismas proporciones.

Aunque todavía falta para ver los resultados definitivos de estas intervenciones, la arquitecta Andrea González quedó encantada con la Geometría solar y tomó tres cursos con Susani: «Ha sido maravilloso. Me reencantó con mi disciplina (la Arquitectura), que al final para mí siempre ha significado diseñar un espacio para la vida. Imagínate poder hacer casas que, además de bonitas y funcionales, te mantengan sana. Ya comencé a introducir la Geometría solar en mis proyectos».

LABERINTO MEGALÍTICO

En el colegio Pucalán Montessori, ubicado en Colina, a fines de marzo Dominique Susani hizo un taller de laberintos y, junto a 24 alumnos, construyó uno con piedras megalítico de siete circuitos, con las mismas proporciones del de Valcamonica, al norte de Italia, que es el más antiguo que se conoce, de 20 mil años de antigüedad. En el colegio tienen planes de utilizar este laberinto con fines terapéuticos para armonizar a niños con hiperactividad. «Estas construcciones estaban dibujadas debajo del coro en todas las catedrales góticas de Europa, como una herramienta de transformación espiritual», dice Dominique, quien lleva 15 años investigando los efectos de estas estructuras en las personas. «Lo que descubrimos es que cuando caminas por estos laberintos en realidad estás caminando por tu propio cuerpo. Cada punto corresponde a un órgano. Cuando la energía de ese órgano está desequilibrada, al pararte unos segundos en ese punto, se armoniza. Como se perdió este conocimiento antiguo, los sacerdotes empezaron a tapar y encalar estos laberintos. Solo se conservan algunos, como el de la Catedral de Chartres, en Francia».

El 31 de marzo Dominique Susani y Francisco Cabanillas hicieron un estudio de muestreo con dos acupuntores chinos, Guacolda Araneda y Carlos Myllalonko, quienes diagnosticaron a 24 personas a la entrada y salida del laberinto de sanación con dos técnicas utilizadas en medicina tradicional china: la biomedición energética con una máquina ryodoraku y el diagnóstico chino del pulso. Cada persona demoró entre 10 y 15 minutos en recorrer el laberinto, y los resultados impresionaron a los acupuntores. «Se produjo un reequilibrio a nivel energético y emocional muy potente en todos los parámetros que medimos, que sería equivalente a lo que se puede lograr después de al menos cinco sesiones de acupuntura. En los siete días posteriores las personas decían estar más serenas y proactivas. En algunos casos hubo limpiezas digestivas bien potentes, uno de ellos, incluso, evacuó una tenia (lombriz solitaria)», resume el acupunturista Carlos Myllalonko. A Dominique Susani le gustaría replicar este laberinto en alguna plaza de Santiago para masificar sus efectos.

 

Más información en Facebook o en su e-mail geometriasolar@gmail.com