Según diversos especialistas, estos lugares incrementan la producción de la colmena y refuerzan su sistema inmunitario. |
Las abejas, como así también otros enjambres de insectos, prefieren para ubicar sus nidos los llamados sitios «telúricos»: puntos de cruces de líneas de la red magnética terrestre, según diferentes investigaciones llevadas a cabo por diferentes especialistas como Oscar Perone y Orlando Valega.
Sobre el tema se ha hablado mucho en la apicultura, pero en general no se tiene en cuenta este punto al ubicar las colmenas, aunque algunas experiencias obligan a reconsiderarlo.
Al respecto, y para probar esta teoría Álvaro Ferrés comunicó su experiencia al afirmar “En una localidad semirural coloqué cincuenta cajones: la mayoría cajones nucleros de cuatro cuadros y algunas torres. De los cincuenta, 15 fueron colocados en lugares altos, la mayoría agarrados con alambre de árboles a una altura aproximada de 1 metro y medio, sin tomar en cuenta si eran sitios telúricos. Los restantes 35 cajones se ubicaron en bases sobre el piso en sitios telúricos.”. “Los resultados son asombrosos: de los cajones elevados solo ingresaron tres enjambres (3/15 = 20% de efectividad). En cambio en los cajones sobre sitios telúricos ingresaron 30 enjambres, es decir una efectividad del 86%”.
Las abejas y los cruces telúricos
Según la explicación de los cruces telúricos, el potentísimo campo de fuerza magnético del planeta tierra que, entre otras maneras, se expresa en líneas que corren de norte a sur y de este a oeste por toda su superficie, tierra o agua, elevándose en franjas de unos 25 centímetros de espesor como si fueran invisibles paredes, desde el fondo de la tierra, hasta la ionosfera.
Los cruces de las líneas magnéticas del planeta son lugares de alta energía, aquí generalmente caen la mayoría de los rayos de las tormentas, que encuentran en ellos el camino más fácil, por su alta energía magnética, para llegar desde la nube a la tierra y descargar en ellos su terrible potencia.
Si en ese cruce hay un árbol, este será usado como conductor y pasará tal cantidad de electricidad y a tal velocidad que los líquidos del interior del cuerpo del árbol, (la savia) se convertirán de forma instantánea en vapor, haciendo que el árbol estalle, dejando como resultado la mayoría de las veces un inmenso hueco, según explica Oscar Perone. Esos inmensos huecos producidos por los rayos en los árboles, son los que aprovechan desde el fondo más oscuro de la historia las abejas para poblarlos.
Así el círculo se cierra, las abejas necesitan estar en lo posible en el cruce de las líneas telúricas para poder aprovechar la inmensa energía que hay en esos lugares en beneficio propio y los huecos en los árboles están donde esas líneas se cruzan.
Como siempre, en la naturaleza, todo es armonioso, complementario, simbiótico, hasta un grado que a nuestro mísero entender se le escapa.
Cómo ubicar los cruces telúricos
Observar el comportamiento de algunos animales puede ayudar a detectar con facilidad los emplazamientos de las energías telúricas y las radiaciones electromagnéticas, tanto las naturales como las provocadas por el hombre. Los animales y las plantas son mucho más sensibles a las emisiones de energía que los seres humanos. Llámesele instinto, sexto sentido o identificación con las fuerzas de la naturaleza, lo cierto es que los animales poseen una capacidad especial para detectar las energías sutiles de la Tierra. Sin embargo, así como los animales de granja más comunes eligen los lugares benéficos, hay otros que prefieren los que desprenden energías negativas. Así por ejemplo, las hormigas sienten especial predilección por los cruces telúricos e instalan sus hormigueros justo donde éstos hacen resonancia con las corrientes de agua o las fallas del subsuelo (por cierto, esa atracción por las ondas nocivas es un inmejorable indicador para los campesinos, a la hora de localizar pozos, corrientes o vetas de agua subterránea). En cuanto a las abejas, producen el doble o el triple de miel cuando sus colmenas están situadas sobre lugares malsanos.
La idea básica es colocar las colmenas sobre lugares telúricos activos, y se basa en la observación de los colmenares silvestres frecuentemente ubicados en el hueco de árboles del rayo, árboles con tumores, o bien en grietas del terreno, todos ellos sitios singulares con fuerte actividad telúrica.
Esta ubicación energética incrementa la actividad de pecoreo de las obreras, incrementando la producción de miel hasta el 50 por ciento, y también se refuerza el sistema inmunitario de la reina y de toda la colmena, aumentando la resistencia a la varroa y otras enfermedades.
Parece ser que la ubicación sobre un lugar telúrico activo, aumenta la vibración biológica de la colmena, permite la comunicación y la orientación geomagnética a mayor distancia e incrementa el radio de recolección. En función del clima y la latitud, se recomienda desplazar los colmenares en invierno, un metro hacia el sur fuera del lugar activo, para dar descanso a las abejas.
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